Con un ánimo de “turistear” ayer nos dimos una escapada a Alcalá de Henares, un lugar bonito donde, por cierto, nació Miguel de Cervantes. Llegamos en tren, unos 25 minutos desde Madrid capital. Pues a nuestra llegada, y como hacen típicamente todos los turistas, nos dirigimos a la oficina de información que por ser lunes y sin saberlo, estaba cerrada. En ese quiosquito diminuto al menos dejaron pegado un mapita para que te dieras una idea de que hacer, indicando los sitios de interés de dicha ciudad. Después de tomarle una foto al mapa nos dispusimos a dar un paseo por la ciudad. Comenzamos a caminar y nos dimos cuenta que lo único que te ponían para visitar era: la iglesia tal, la catedral, el monasterio tal, la universidad (fundada por un tal Cardenal), el convento de las carmelitas descalzas, y mejor ya no pongo más de la larga lista de “Places to visit”. Es entonces que me llegó a la mente un montón de retrospectivas acerca de viajes turísticos que había hecho, ya sea con amigos, con mi novia, familiares, etc. Y todo se traduce a un turismo religioso. Tú que me estás leyendo, cuando te fuiste de visita a alguna ciudad, seguro que a donde fuiste era, o a una catedral o una iglesia. No? Pues me aburre esa clase de turismo. Simplemente después de visitar ya varias ciudades lo único que no quería ver son Iglesias. Me sentí tan raro, pensar que ni llevo mucho una religión y ahí estuve baboseando catedrales (que no han sido muy bonitas de todos modos). Es verdad que el turismo de arquitectura es muy interesante, yo no digo lo contrario pero desvivirte por visitar todos los sitios divinos del lugar me parece irracional. Por suerte, en ese momento también me acorde que algo hacia yo para que mi subconsciente y mi mente disfrutaran muchisimo de esas salidas turísticas… Y eso es el turismo gastronómico! De repente me acorde que al final, en los lugares donde voy, además de ver iglesitas veo en mayor cantidad el menú de los restaurantes (la mayoría de ellos están desplegados afuera). Así que mirando fotos, me percaté que salgo en muchas de ellas mirando un menú, o comiendo, o preguntándome en que callejoncito coqueto me habría de encontrar un lugar en el que pudiera saciar mi turismo comelón y dejar muy convenidamente en segundo plato el interminable comportamiento del turista, aquel que va en búsqueda de experiencias religiosas…
La frase de hoy: De valientes y tragones están llenos los panteones. Refrán Popular



